El papa ha pedido “globalizar la
solidaridad” en la apertura de la Expo de Milán y realmente tiene razón,
aunque pareciera que la solidaridad se manifieste únicamente ante las catástrofes.
Hasta ahora la globalización ha
dado menos resultados de los esperados, al menos para la gente de a pie. Globalizar
quizás sea algo más que comer hamburguesas con papas fritas en todo el mundo,
usar zapatillas Nike tener iPhone 6 en
todos lados casi al mismo tiempo.
A este pedido del papa Francisco no
estaría de más rogar por que se agregara la globalización de la
misericordia
incluyendo en ese pedido el tender una mano verdadera a quienes como él muy
bien define: estamos en las periferias.
Entre esos grupos periféricos y sólo
vinculados por los sentimientos más retrógrados y discriminatorios del mundo
estamos los católicos divorciados en nueva unión ,que tenemos globalizada la
exclusión de lo que nos pertenece tan sólo por el hecho de no vivir como
hermanos.
El próximo Sínodo de Obispos es
una excelente oportunidad para que sus concurrentes globalicen la misericordia terminando
con tantos años de ignominia y desprecio por aquellos que sin ser perfectos
tampoco presumimos de serlo.
Vaya paradoja frente a cada
Eucaristía no se acercan todos los que quizás son merecedores, ni quizás son
merecedores todos los que se acercan.
La globalización de los derechos quizás
llegue pronto, en Octubre habrá una oportunidad para que amanezca un planteo
misericordioso, aggiornado, inclusivo y contenedor, que esperamos no se convierta
en renovada e injusta frustración.
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